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DOCTORADO EN EDUCACIÓN

Sociedad Actual y Adulto Mayor

Autora: M.Sc. Maite Martínez
Correo-e: maitemartinez@starmedia.com

Las expectativas de más años de vida de la población en muchos países ha ido aumentando desde hace tiempo. Este aumento ha llevado a que el número promedio de años en la etapa poslaboral de su población sea de igual extensión al período formativo y educativo prelaboral, es decir, el período de posjubilación es de similar duración al tiempo que la persona ocupa en su juventud para formarse antes de entrar a trabajar.

Esta realidad de crecimiento constante del número de ancianos y la disminución del número de jóvenes y niños/as ya viene alarmando desde hace algún tiempo a los estudiosos. Quizás esta sea alguna de las razones por la cual desde hace unos años se han realizado numerosos estudios dedicados a la ancianidad.

Muchos adultos mayores llegan a la edad de la jubilación y se sienten todavía con plena facultad para la realización de sus trabajos. Frecuentemente nos encontramos con personas de edad avanzada que están en plena forma, totalmente vigentes, lúcidos, llenos de iniciativas y de planes de trabajo.

Gran cantidad de hombres y mujeres aunque ven disminuidas sus potencialidades físicas al llegar a la vejez, sienten sin embargo, que sus ganas de hacer buenas cosas permanecen inalteradas. No obstante, la sociedad les dice por medio de la jubilación o de otras señales, que ya deben dejar el puesto de trabajo a gente más joven, más productiva y que deben retirarse, es decir prescindimos de usted.

Dentro de esta perspectiva, tenemos además algunos aspectos de la sociedad actual tales como: alta competitividad, esto se entiende que para ser tomado en cuenta hay que producir y consumir, y para poder competir en forma a su vez hay que ser eficientes. Así los hombres y mujeres de esta sociedad trabajamos como locos, nos llenamos de prisas, angustias y a la vez como estamos tan ansiosos nunca nos sentimos satisfechos. De igual forma se ha producido una gran mutación en lo que respecta a los valores y que algunos que antes parecían importantes hoy no se consideren así.

Debe señalarse además que el abuelo/a el “adulto mayor” era figura importante en esa transmisión de cultura y este se sentía importante porque en esa familia había un sitio para él.

Visto de esta forma tenemos que una de las necesidades primordiales de todo ser humano es la de sentirse aceptado, querido, acogido, perteneciente a algo y a alguien sentimientos estos en los que se basa la autoestima.

Ahora bien según Papalia (1981) “la autoestima se desarrolla por una continua interacción entre el individuo y el ambiente, el cual incluye a otras personas en la propia vida, por lo tanto ¿como se siente el adulto mayor que constantemente percibe que los demás prescinden de él? Es muy probable que estemos influyendo en el deterioro de su autoestima, al hacerle ver que ya no nos es útil y que su pertenencia al grupo no es tan evidente. Es como decirle que el aprecio que sentíamos por él/ella era solo cuando su aporte y presencia nos era útil.

El adulto mayor saludable se siente desconcertado ante esta situación, por un lado se siente bien y por el otro la sociedad le esta diciendo que ya no lo necesita. De allí pues que los parámetros y valores culturales imperantes en la sociedad favorecen poco su autoestima. El modelo cultural que impera en la actualidad es la mentalidad del “viejismo” donde todo lo que tenga que ver con la vejez es rechazado de plano.

Cada vez se hace más difícil la vida familiar trigeneracional, el modelo de familia que frecuentemente observamos en la televisión suele estar representado por una linda joven pareja, un pequeño hijo muy bonito y el perro; pocas veces aparece el abuelo o la abuela en ese cuadro. Por otro lado, se añade la preferencia de los medios publicitarios por el cuerpo joven como ideal estético, los modelos según este esquema han de ser personas jóvenes con un cuerpo excesivamente delgado y muy lejos de todo lo que pueda ser arrugas y defectos del cuerpo viejo. Es lógico que en un ambiente así el adulto mayor sienta que ya no tiene nada que ofrecer y esto debilite su autoestima o/y presente síntomas de desesperanza ante la vida.

En todo caso lo importante sería que el adulto mayor asuma lo que es él en verdad y no lo que los elementos estresares y ansiógenos de la sociedad le pretendan imponer.

Dentro de esta perspectiva, se hace necesario incluir en los programas de estudios para adultos mayores enseñanzas relacionadas con la educación para la vida y el amor, también se hace necesario contribuir al enriquecimiento de su vida social, espiritual y su autocuidado, además de favorecer la formación de una imagen social positiva y sana del proceso de envejecimiento humano, del mismo modo, se debe preparar a la familia especialmente a las nuevas generaciones para garantizar una convivencia armónica con este grupo etario. Por otra parte, incrementar las habilidades relacionales que contribuyan al mantenimiento de la calidad de vida, junto a la apertura de opciones de continuación de la vida activa en contextos extralaborales.

Resulta claro que sería un desperdicio y despilfarro prescindir de personas mayores que son un capital humano cada vez más necesario para ayudar a los jóvenes a desarrollarse y realizarse como personas.

Finalmente deseo señalar que el éxito de la vejez consiste en vivir esta última etapa como un período de crecimiento y disfrute.

¡Ah Recuerda!
Déjalo tomar un puesto en el vehículo de la familia, cuando vayan de vacaciones, porque puede que el próximo año la abuelita o el abuelito ya no este.
Por favor…¡ déjalo ser!


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